El Miércoles pasado, anterior al Jueves Santo, fui a comprar una cafetera nueva, ya que la que tenía hasta ahora se me averió.
Llevaba varios días sin poder tomar café por las mañanas y llegaba dormido al trabajo, por lo que decidí que ya era el momento de renovar la cafetera. Me fuí al Menaje del Hogar y compré un modelo de cafetera tipo Italiana. Es un nuevo modelo pero más moderno en el que se calienta de forma eléctrica, en lugar de ponerla al fuego a calentar.
Pero como últimamente estoy gafado con los equipos electrónicos, al encender la cafetera, saltaba el diferencial general del cuadro de la luz. Menudo gafe, he estado toda la semana santa pidiendo cafe al vecino de abajo. Pero lo gracioso no ha sido esta historia, sino cuando he ido a descambiar la cafetera. Le dije al dependiente lo que le ocurría a la cafetera (hacía cortos en la luz) y como debía ser que no se fiaba de mí, lo probó en la tienda. Por supuesto, saltó la luz de todo el establecimiento; ordenadores apagados, televisiones, la caja, etc, etc.
La verdad, es que el momento fue gracioso, todo el mundo mirando qué pasaba y el pobre dependiente con cara de circunstancias. Me dijo, tenía usted razón y yo le dije, ya te lo advertí.
¿Vale la pena hacer este tipo de pruebas por una simple cafetera de dos duros, cuando puedes estropear muchos miles de euros en aparatos que están en ese momento de exposición?

Llevaba varios días sin poder tomar café por las mañanas y llegaba dormido al trabajo, por lo que decidí que ya era el momento de renovar la cafetera. Me fuí al Menaje del Hogar y compré un modelo de cafetera tipo Italiana. Es un nuevo modelo pero más moderno en el que se calienta de forma eléctrica, en lugar de ponerla al fuego a calentar.
Pero como últimamente estoy gafado con los equipos electrónicos, al encender la cafetera, saltaba el diferencial general del cuadro de la luz. Menudo gafe, he estado toda la semana santa pidiendo cafe al vecino de abajo. Pero lo gracioso no ha sido esta historia, sino cuando he ido a descambiar la cafetera. Le dije al dependiente lo que le ocurría a la cafetera (hacía cortos en la luz) y como debía ser que no se fiaba de mí, lo probó en la tienda. Por supuesto, saltó la luz de todo el establecimiento; ordenadores apagados, televisiones, la caja, etc, etc.
La verdad, es que el momento fue gracioso, todo el mundo mirando qué pasaba y el pobre dependiente con cara de circunstancias. Me dijo, tenía usted razón y yo le dije, ya te lo advertí.
¿Vale la pena hacer este tipo de pruebas por una simple cafetera de dos duros, cuando puedes estropear muchos miles de euros en aparatos que están en ese momento de exposición?
Yo intente hacer una exposición con dos duros y me deje miles de euros en invitar a cafe. Cosas y casos del arte.
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